miércoles, 12 de enero de 2011

las cosas

La vida de las cosas dura tanto en cuanto su recuerdo. Ni nacen ni mueren. En todo caso es materia armonizada. O, al tiempo, disuelta. El estado vital del carrusel mejoró la tarde que te conté cómo volaba. Alto. En espiral. Como si al saldar la vuelta cambiase el contexto. Con sus alas me fui a cualquier otra infancia. A cualquier otra parte. Y el viento se vino conmigo.

La vida de las cosas me gusta. No sufre fechas. Estamos acostumbrados a su maleabilidad. Si la silla se rompe, reciclaje. Otra fusión de elementos. Si te rompes tu, en mi cuerpo colgaré tus pasos. Yo guardaré recuerdos por ti. Reestructuraré tus piezas. Perdurabilidad de plastilina para las cosas que existen. Como nosotros. Moldeables. Con otra forma, pero igualmente ciertos. Gante, Bélgica, diciembre de 2010.

2 comentarios:

Aran dijo...

Siempre es bueno volver a verte por aquí...

¿Me dejas tus alas algún día? quizá así suba a mi tierra (o incluso a la tuya)...

Ruth dijo...

que impresionante la foto, miles de besitos guapisima!!!